Siento
una particular afición por los libros que alguien escribió porque le quemaba lo
que se cuenta o se dice en ellos. Esta idea de la quemadura interna se la he
tomado prestada a Isabel Bono, que la expresa mucho mejor que yo. Leí estos
días atrás, entre viajes de promoción, salas de embarque, habitaciones de
hotel, un libro que me ha gustado mucho. Me refiero a El amor del revés de Luisgé Martín. Escribo las presentes líneas
con el ánimo de compartir mi entusiasmo.
Este
libro abiertamente confesional me ganó desde el principio por dos razones. Si no
se dan dichas razones, es difícil que yo logre conmoverme. La primera
consiste en la verdad humana que empapa el texto. No es acaso este de la verdad
humana un concepto valioso para la crítica profesional. Para mí es
indispensable. Sucede que la naturaleza, que me ha negado tantas cosas, no me
privó de olfato para oler la impostura, el artificio, la falacia. El libro de
Luisgé Martín está sentido de principio a fin. Es de un desnudamiento
minucioso, reflexivo, que a mí no me ha parecido en ningún momento obsceno ni,
como se ha dicho por ahí con liviandad, ingenuo. La segunda razón es la
literatura, aquí sostenida por una prosa adecuada al tema, bien trazada, rica
en matices, propia de un escritor maduro.
El amor del revés narra con pormenor la vivencia homosexual de Luisgé
Martín desde sus primeros asomos en la adolescencia hasta la hora actual, con
final feliz, como el propio autor afirma no sin ironía. Me ha parecido acertada
la imagen del salmón que se afana contra la corriente y ha de salvar a toda
costa cascadas, aguas turbulentas, piedras a flor de agua. El relato no se
conforma con una sucesión convencional de peripecias. Muestra la herida
interna, los dolorosos años de represión, la pelea con el sentimiento de culpa,
el terrible asunto de la identidad y la vergüenza, y, por encima de todo, el afán por querer y
ser querido de un modo que muchos no aceptan y que hasta hace poco la ley
prohibía en España. El libro, ya lo he dicho, es de una densidad humana
admirable.
Pero
también es otra cosa que me ha dejado plenamente convencido. El amor del revés contiene un agudo y
lúcido retrato de época, se deja entender que desde la perspectiva de la
vivencia homosexual, pero trascendiéndola a cada instante para hablarnos de cine,
de libros, de viajes, de política, de hábitos, de prejuicios y de tantas cosas
que conformaron el paisaje social español de las últimas décadas del siglo XX y
de la primera del actual. Un libro como el de Luisgé Martín sería superfluo en un
mundo más afectuoso que el nuestro, donde hubiera respeto y donde se dejara
a la gente vivir, amar y desarrollarse en paz.